Elia Mendoza

No solo hay que mirar al cielo Hay que mirar al suelo Mirar hacia fuera Ver hacia dentro No enemistarse con el viento Aceptar el paso del tiempo vivir rápido para morir lento Agradecer lo que tenemos entender que nada poseemos

Escrito la madrugada de un viernes de mayo. Y así Dejó de contar estrellas Dejó de pedir deseos a sus pestañas caídas. Así Dejó de mirar al cielo en busca de respuestas Su todo, habitaba en el suelo. Donde tantas veces había habitado Aprendió que no hay palabra que sobreviva a una ventisca Que la valentía es sólo buena intención y la bondad, pretensión Supo que cada cabeza es un mundo y que cada cabeza tenía un precio. Miró hacia el frente y se aferró a su última superstición Arriba siguen las estrellas Y abajo, quedaba el suelo, donde nunca más caería